El pasado 18 de mayo, en Barcelona, Ramon Companyó Beltran nos dejó para siempre. Aunque hacía ya algunos años que le diagnosticaron la enfermedad, llevó a cabo su actividad habitual hasta hace unos pocos meses y compartió decididamente su tiempo con todos nosotros con la ilusión de siempre y sin dejar, casi, que nos diéramos cuenta de que iba a ser por poco tiempo. Repartía su vida cotidiana entre las múltiples actividades que ocupaban desde hacía años sus gustos, intereses y aficiones. Practicaba la amistad y el compañerismo sin fisuras. Su manera de entender las relaciones humanas y profesionales fue, sin duda, un puntal inestimable en la difícil coyuntura de saberse, lúcida y muy prematuramente, en el tramo final de la vida.
Ramon era un buen profesor y un buen investigador científico. Desplegó una dedicación entusiasta y rigurosa a su actividad universitaria y estuvo siempre dispuesto a emprender nuevos caminos. La docencia fue una prioridad clara en la vida académica de Ramon desde mucho antes que soplaran los aires de renovación y asimilación a las directrices europeas hoy presentes en nuestras universidades. Desde la perspectiva de la investigación científica, cabe destacar la preocupación constante de Ramon por afrontar los problemas analíticos emergentes, preocupación que se tradujo en la elaboración de proyectos de investigación, redacción de artículos científicos especializados o dirección de tesis doctorales y, de manera destacada, en el establecimiento de colaboraciones científicas sólidas con entes públicos e institutos de investigación. Para los que compartimos con él muchas jornadas de trabajo, era un excelente compañero, cordial y cercano, pero no siempre cómodo. Recordamos con afecto su afabilidad, pero también su exigencia consigo mismo y con sus colaboradores que, en ocasiones, llevaba a discusiones encendidas.
Pero en el caso de Ramon, por encima de datos y detalles de su actividad universitaria, se impone su perfil personal. Era, ante todo, una persona honesta, con un gran sentido de la responsabilidad y profundamente espiritual. Sus muchas inquietudes hicieron que viviera la vida con entusiasmo. Amaba por encima de todo a su familia, también su trabajo, participaba activamente en la vida social y cultural de su querido barrio, El Poblenou, y tenía dos grandes pasiones, la montaña y la música, especialmente la ópera. En la Facultad, Ramon era una persona conocida y muy querida por todos. Como profesor universitario colaboró o lideró muchas iniciativas con una gran generosidad y de forma totalmente desinteresada. Quiso compartir con nosotros sus aficiones, lo que le llevó a crear el coro Argentum de la Facultad, con actividad continuada desde hace casi 20 años, y también a organizar la excursión anual del Departamento.
Quedan muchas cosas por decir, pero, finalmente, queremos destacar que Ramon tenía muchos y muy buenos amigos en muchos ámbitos distintos, porque él sabía cuidar la amistad y siempre encontraba un hueco cuando alguien lo necesitaba. Ramon ha sido un gran amigo y un gran ejemplo para muchos de nosotros, en especial durante estos últimos años, con su actitud valiente y serena y su evidente amor por la vida. Estimat Ramon, et trobarem a faltar molt!
M. Dolors Prat y Mercè Granados